La naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de ver la verdad. Las palabras sublimes de Marco Tuli Cicerón me obligan a salir de la rutina de las cuatro paredes y entrar en el mundo de la naturaleza y sentir la pura verdad. Me encanta sentarme en la hierba y escuchar los sonidos de la naturaleza a mi alrededor, mientras que el verano fluye por mis venas. Mientras el sonido de los pájaros abraza la vida, siento sus notas como si estuvieran tocándome sus vidas. Después escucho la suave brisa a través de los árboles, el susurro de sus hojas. Estos milagros acústicos, transmiten una paz, una tranquilidad que no se puede conseguir de cualquier otra forma.
De repente, caí en la ensoñación.
Bajo estas circunstancias, ha nacido un inframundo. Pan, el dios de la naturaleza, cubre el mundo entero con su poder mágico de la paz. Vagó solitario como una nube que flota en lo alto sobre valles y colinas, cuando de repente vio una gran cantidad de narcisos dorados y al lado del lago, bajo los árboles, Pan aleteaba y bailaba en la brisa. Parece como si la naturaleza, que tan sabiamente dispuso los órganos de nuestro cuerpo para hacernos felices, hubiera querido darnos también el orgullo para evitarnos el dolor de conocer nuestras imperfecciones.
Así Zarathustra caminaba entre las hojas flotantes, en un caballo que Pan mismo había concebido, sintiendo el aliento de la naturaleza tocando su frente lisa. La luz del día acariciaba sus cristalinos ojos azules y como una madre, le puso suavemente en su camino una vida iniciática existencial. En la serenidad solitaria, graciosamente enclavado en los brazos cálidos del sol, Zarathustra se da cuenta de algo que no había visto antes.
En la esquina opuesta del mundo, la mirada de Zarathustra estaba inquietante porque allá se elevaba magistralmente un castillo grotesco lleno de gente, con los ojos vendados que ejecutaban de forma maquinal la misma acción. Ellos eran conducidos por un lider llamado Kali, que era la diosa de la destrucción. Sus ojos eran tan oscuros que podían reflejar una noche abismal. Su pelo era tan largo y áspero como si tuviera una maraña de la ira y la ambición fatal de destruir toda la naturaleza para tener una vida llena de riquezas materiales. Ese castillo se estaba convirtiendo, de hecho, en una fábrica monstruosa y la única manera de construir una pequena sociedad económica era a través del fuego. La necesidad de leña llevó a la deforestación porque era la forma más fácil de resolver el problema. Así que Kali ha construido un castillo que se llamaba Palacio de Plata, donde la diosa forzaba a la gente a fundir plata para aliviar su modelado en diferentes formas para obtener preciosas joyas, estatuillas, cuchillería, copas, platos y otras cosas.
Al ver lo que sucede, Zaratustra se arrastró hasta allí para ver lo que sucedía y ver si podía impedir que talaran el bosque. Cuando llegó allí se dio cuenta de que no podía comunicarse con la gente porque, a pesar de que estaban con los ojos vendados, no se daban cuenta de lo que hacían, ellos estaban tan absorbidos por su trabajo maquinal que se habían abajado totalmente de la realidad. Como no pudo resolver nada, Zarathustra, temeroso y con un enfado extraviado, entró en ese castillo que parecía claustrofóbico y aterrador. Él observa cómo esos muros apuñalan el suelo blando, cómo aplastan su paz, cómo la oscuridad se convierte en una forma de vida y cómo no hay manera de respirar y de sentir la pulsación del sol o de una hoja.
Yendo más allá, encontró una cueva. En esa oscuridad vio dos luces tan suaves que él pensó que la naturaleza estaba a punto de dar a luz a sus criaturas. Mirando más de cerca, se da cuenta de que en realidad estas luces eran los ojos de una niña que estaba cautivada. Además, reconoce a la desaparecida Artemisa que había sido capturada por Kali por medio de la brujería, dejándola con un signo del hechizo de Zebub, para que todo el mundo no la tocara, porque al hacerlo significaba que ella transmitía muerte. Pero Zarathustra no tenía miedo porque él no creía en las brujerías, él no creía en estos poderes sobrenaturales que usaba Kali. Por lo tanto, intentando liberar a Artemisa, ella le dice que ella debe ser traído de vuelta a la naturaleza porque Pan es el único que podía salvarla y levantar la maldición. Tratando de encontrar la salida, Zarathustra, teniendo a Artemisa en el hombro, pensaba en su dolor y en el hecho de que el hombre no posee el poder de crear vida y por consiguiente, no posee tampoco el derecho a destruirla. El infierno que paso a través de Artemisa enfureció a Zarathustra más y decidió restablecer el equilibrio en el único mundo que él conocía, un mundo cerca de naturaleza, que es la madre de todos los seres y con el poder de curar a Artemisa.
Kali ordenó que Artemisa fuera observada para que no pudiera escapar. Ella no vio a Zarathustra arrastrándose en lo que ella llamaba su Nuevo Mundo. Por eso, viendo a Zarathustra y Artemisa fuera del castillo gritó tan alto que, de repente, el cielo se puso oscuro y desde él cayera ráfagas de viento y relámpagos. Se sentía en el aire el comienzo del Apocalipsis.
Los árboles temblaron. La hierba temía la venganza del Kali. El sol se retiraba para que no hubiera herido. Los mariposas perdían su vuelo. Los pájaros, cansados, empezaba a golpearse mutuamente y la naturaleza sentía a Kali, su hija renegada y sus ardientes rabias. Kali sabía que si Artemisa escapaba, todo lo que había construído se desmoronararía, porque ella era una hija de Pan y todo su sufrimiento caería sobre ella. Por lo tanto, ella quería capturar a los que destruyeron sus planes a través de poderes otorgados por Zebub. Kali era consciente de sus poderes y pensaba que nadie será capaz de oponerse.
La verdad es que le producía una inmensa tristeza cuando la naturaleza hablaba y el género humano no escuchaba. Eso es lo que sentía Zarathustra, encima del caballo, al intentar salvar ese pedazo de humanidad en el alma de Artemisa.
Kali era uno de estos seres humanos, la hija renegada de la naturaleza, que ha perdido la habilidad de escuchar los encantadoras sonidos de los pájaros, sentir la caricia apasionada de las hojas, guardar sentimientos de microorganismos en el aire, abrazar las electrizantes alas de las mariposas, besar los ríos con su flujo sobre las rocas antiguas … Los dos volaron como una flecha en el caballo tratando de llegar a su dios, Pan, para salvarlos. Sabían que el corazón de Pan era capaz de salvarlos y ayudar a las montañas establecidas que se elevan al cielo, las ramas que tocan las mejillas de Zarathustra, los animales gráciles con sus cuerpos tan naturales, las flores que superan toda estética humana conocida. Pan fue el poderoso del caleidoscopio de seres humanos y biológicos. Todo lo que tocaba se convertía en vida y por lo tanto, en la entrada a la selva, Artemis fue curada de todas las maldiciones del mundo urbano y el hechizo de Zebub desaparecía.
Entrando en el bosque, Kali sintió que le apuñalaban el alma, porque el ambiente no era natural para ella. Pero su dolor intensificó su ira. Ella comenzó a lanzar relámpagos sobre árboles inocentes. Los pájaros cayeron agotados. Los ríos fueron retrocediendo en el terreno debido al temor de la contaminación. Las hojas perdieron su vida y comenzaron convirtiéndose en cenizas. El aire perdió su transparencia y se transformó un gris enfermo …
A pesar de estos intentos de Kali por destruir todas las bellezas del mundo, Zaratustra y Artemis acarician la esperanza de que Pan bajarse y los ayudara a salvar al mundo de la ira de Kali y rescatar su alma de Zebub. En ese mismo momento, Pan tomó la apariencia de un enorme ciervo con ojos llenos de calidez y con cuernos majestuosos. Su cuerpo era como una enciclopedia de emociones, de pureza, de una inocencia de Ángel y del poder de entendimiento de todos los errores humanos pero sin prejuicio. Su boca sólo emitía palabras buenas, enseñanzas consuetudinarias, consejos para los amantes que compartían su amor por el cielo en el borde de la cascada y susurros para viajeros perdidos que los ayudaban a encontrar su camino. Comenzó a caminar por todo el daño hecho por Kali y todo recuperó su vitalidad. Quería mostrarle a Kali lo importante que era amar a cada flor y sentir cómo respira cada hoja de hierba, porque al final, todo lo que queda es nuestra tierra donde nacimos. Nuestros muertos viven bajo la tierra y el respeto para ellos se derrumbó al alejarse de la naturaleza y cuando construyes una sociedad con flores del mal, donde las manzanas encuentran gusanos inmortales.
Pero Kali no se da por vencida. Ella se hizo inmune a los brazos de la naturaleza. Su ejército se ha trasladado a la lucha seguro en que la victoria pertenecerá a ellos. Era un ejército de robots humanos que perdieron el alma y el poder de pensar por sí mismos. Kali los manejaban según su pensamiento y estaba seguro de que ella estaba haciendo lo correcto, que ella estaba luchando para un propósito correcto. Viendo esto, Pan renunció a cualquier intento de convencer a Kali unirse con la naturaleza y despierta todos los árboles. Los pájaros se transforman en flechas. Las hojas crean un tornado y los ríos forman un enorme tsunami capaz de lavar el velo sobre los ojos de la gente. Toda la naturaleza cobra vida en las manos de Pan y participa en esta guerra dolorosa.
Flechas mordían la carne muerta de los robots humanos. Los árboles rompían sus tamaños humanos con la esperanza de que sus corazones sintieran la presión y que empezaran a batir nuevamente, mientras el tornado trataba de despertar sus sentidos: la vista, el oído, el olfato y ese enorme tsunami trataba de lavar sus pecados cometidos. El ejército luchó para resistir a estas oposiciones de la naturaleza y Zaratustra observó con asombro el mal continuo del ciego hombre sobre la naturaleza sólo para tener una vida horrible llena de cosas materiales temporales, que sólo ó decepción y lamentos. El no podía entender por qué esta furia sobre una naturaleza vivificante que es absoluta y que nos ofrece una oportunidad de tocar la línea trascendente que tantas necesitamos.
Zarathustra aprovechó ese momento vulnerable e intentó traer la victoria al corazón de Pan matando a Kali, pensando que su muerte traería la paz al mundo de la naturaleza. Pero el gesto noble de Pan alcanzó su punto culminante, el dios no le permitió a Zarathustra, diciéndole que una vida humana merecía perdón y bendición; y estos no se logran con la muerte, sino con la luz poderosa de la vida. Hay que enseñar a la gente a que la naturaleza no es el enemigo sino un cuerpo efímero que, de una forma u otra, va a regresar al principio, va a descubrir de nuevo el calor de la tierra y el poder de la floración que le permitirá sentir todo el amor celestial.
Entonces la mano del Pan tocó a Kali y compartieron todos los sufrimientos y todas las alegrías tan simples de las criaturas del bosque desde la creación hasta ese momento inquietante, sintiendo el sangriento y despiadado pasado. Básicamente le dio la oportunidad de nacer de nuevo y volver al seno de la naturaleza que la concibió.
Kali sentía dentro de su corazón la maldad que había traído a la naturaleza y se sientía desgarrada por esa bondad que estaba apareciendo en su vida. Al mismo tiempo, Zarathustra se dio cuenta de la importancia de no ser vengativo porque el alma está por encima de la furia del enemigo y porque todas las acciones podian ser contraproducentes. La mente humana que nos ha dado la naturaleza es la clave de un equilibrio existencial delicado que puede rasgarse y perderse. Por eso la naturaleza nos da la paciencia para entender los errores humanos, nos calma en momentos difíciles y nos rodea con una atmósfera de paz profunda.
Finalmente, con la revelación que había tenido Kali, todo lo que ella había construido desapareció como si nunca hubiera existido. Asi mismo, me desperté del sueño como si yo lo hubiera protagonizado. Comencé a besar a los módulos de césped azulgrana y me quedé así algunas horas llorando por añorar ese mundo mágico.
Sursă imagine: Wiki El Bestiario